TURISMO FUNERARIO

Hay varios tipos de turismo. El de masas, muy pasivo. El sexual, muy inmoral. También lo hay de negocios, natural o espacial. Hoy hablaremos de uno de los más inquietantes y más desconocidos: el turismo funerario.

El turismo funerario es un tipo de turismo cultural, y consiste en visitar cementerios donde hay tumbas realizadas por arquitectos famosos, o los famosos son los personajes enterrados allí. Los cementerios son verdaderos lugares culturales donde se halla el testimonio de otro tiempo. También es, para muchos, la oportunidad de acercarse, aunque solo sea un poco, a personajes a los que admiraron u odiaron, o no coincidieron en el tiempo. ¿Quién no ha sentido la curiosidad de visitar tal o cual tumba de algún personaje destacado?

No hace falta irse muy lejos, ni siquiera hay que salir de Madrid, para poner en práctica este tipo de turismo. Muchas personalidades han vivido y fallecido en la capital, o la han escogido como lugar de descanso. En Madrid hay más de 260 cementerios, de los que destacaré algunos:

-El cementerio británico se encuentra en Carabanchel. Fue creado en 1854 por la Embajada Británica para aquellas personas rechazadas en otros cementerios por no ser católicas, aunque sí cristianas. Sus 700 sepulturas albergan a judíos, masones, miembros del Servicio Secreto Británico…

-Para los que no eran ni cristianos ni católicos, o habían muerto por suicidio, se creó a finales del XIX el cementerio civil. En él se encuentran enterrados tres presidentes de la Primera República, Pablo Iglesias y la Pasionaria

-En Hoyo de Manzanares se encuentra el cementerio judío. Allí solo se acude por los aniversarios de cada muerte. Sus 800 sepulturas están mirando al sur, y no encontraremos flores, puesto que el judaísmo las prohíbe. Data de finales de los años 70.

-El más emblemático, y uno de los mayores de Europa Occidental, es el cementerio de La Almudena. El número de personas inhumadas en él a lo largo de su historia sobrepasa al de los actuales habitantes de la ciudad. Desde su creación, en 1884, ha sido ampliado varias veces. Entre sus monumentos conmemorativos, los dedicados a los héroes de Cuba y Filipinas o las 13 rosas. Y entre sus personajes ilustres, que se cuentan por decenas, la familia Flores, Benito Pérez Galdós, Ramón y Cajal, Millán Astray, El Fary, etc. etc.

Ya en Europa podemos visitar el cementerio judío de Praga, que tiene cinco siglos y alberga más de treinta mil fallecidos en tumbas inclinadas y apiladas unas sobre otras. En Roma destacan sus numerosas catacumbas y el cementerio protestante, en cuya entrada nos recibe la pirámide del juez romano Cayo. Es este el cementerio de los poetas: John Keats o Percy Shelley son algunos de sus moradores. Por su parte, el Cementerio del Bosque, en Estocolmo, es el único declarado Patrimonio de la Humanidad.


Uno de los más famosos del mundo es el de Pére Lachaise, con unas magníficas vistas de París. Hay tantos famosos enterrados que más parece una galería de esculturas al aire libre que un camposanto. En este lugar descansan Moliere, Chopin, Edith Piaf y Oscar Wilde, cuya sepultura se halla cubierta de marcas de carmín de sus admiradores y admiradoras. No nos podemos olvidar de Jim Morrison, cuya tumba es la más visitada año tras año.

Los cementerios de Estados Unidos podrían ocupar un programa entero. Son destacables el Vietnam Memorial, en Washington, repleto de fotos y objetos personales de los soldados y el Westwood Memorial Park, en Los Angeles, donde se hallan grandes nombres de la industria del entretenimiento estadounidense.

Por último, os enunciaré algunos de los epitafios más curiosos que he encontrado: Perdonen que no me levante (Groucho Marx), Perdonen por el polvo (Dorothy Parker), Si no viví más fue porque no me dio tiempo (Marqués de Sade), Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga (Johann Sebastian Bach).
Os animo a que practiquéis este turismo, tan digno como otro cualquiera, siempre y cuando no perturbéis la paz de aquellos que descansan. No hagáis como los fans de Jim Morrison, que ya han robado cuatro lápidas